Sé que ya no hablamos, nos muerden las decepciones y sobrevivimos a base de historias que yo más que tú pretendo que estén inacabadas. Que ahora te da miedo mi mundo amarillo, de destrozos no muy bonitos, de momentos en los que todo se vuelve un desastre cuando pierdo el equilibrio.
Sé que en las segundas caídas ya no te rompes, una vez nos hicieron pedazos. Que no entendemos lo que se esconde detrás de un pentagrama que narra una despedida, que yo sigo esperándote en el margen de tu vida, de tus letras, ahí donde casi nadie escribe. Donde aún pido a Sabina para que una canción nos dedique.
Sé que sabes que soy de las que se quedan aunque se van. De esas canciones que parece que han terminado y luego siguen sonando. Y discuto con mi punto final, me digo, una y no más. Déjame. Déjame dejarte ir o si no te invito a cenar.
Pondré sobre la mesa canciones y sueños con buena pinta, de esos que invitan a perdonar, a bailar. Empezaremos como tentempié una pizca de Facto delafé, otro poco de Love of Lesbian y terminaremos con Beirut. Aunque al principio sepa raro y un tanto amargo, los recuerdos son un lastre que hacen daño, nos costará muy poco terminarlo. Brindaremos por las segundas bandas sonoras y nos beberemos discos, excusas por perder el tiempo, por besarnos menos, por dejar de buscar motivos para no vernos, por dejar de lado esas canciones que nos dedicábamos sin miedo.
Degustaremos recuerdos bonitos, de los de antes, de los de hace años, cuando todo era un sí, cuando me sonreías; de eso nunca te faltaba. Degustaremos esa manera tan única de entendernos tan bien, de imantarnos, de entre música erizarnos la piel..